El desafío de la agilidad en el trabajo
¿Cuántas veces nos hemos topado con un contexto laboral que nos incitaba a adoptar una metodología “ágil”? Y que luego de ponerlo en práctica ya nos sentíamos parte de algo innovador, pero surge la pregunta: ¿Usar un marco de trabajo nos convierte automáticamente en equipos ágiles?

¿Qué entendemos por agilidad?
Partamos del siguiente hito: ¿A qué hace referencia el ‘Agile’ -o ágil- que vemos en todos lados? ¿Qué es? La verdad es que si queremos saber bien cuál es el fin de esta palabra, podemos armar un artículo entero explicándolo, claramente no lo haremos. Sin embargo, acotemos nuestro alcance al ‘Agile’ del que nos hablan, el cual es un conjunto de ideales/principios y convicciones que les permite a las empresas u organizaciones ser más adaptables a un contexto cambiante.
Éste conjunto de principios va de la mano con la implementación de marcos de trabajo como Kanban, XP, Lean o el tan conocido, y más empleado, Scrum. ¿Cómo decidir por uno u otro? Depende mucho de la cultura, tamaño, tipo de proyectos que tenga la empresa o incluso el propio equipo, si tuvieran la posibilidad de elegir.
Podemos tener Sprints de 2, 3 o 4 semanas, reuniones diarias (dailies), usar un tablero de Jira para mover historias de usuario con un “definition of done”, etc…
Todo muy lindo. Pero… ¿Por qué es tan importante que nosotros seamos ágiles?
Ser o no ser ágil, esa es la cuestión.
El ser ágil va mucho más allá de hacer dailies y otras ceremonias, organizar el trabajo por períodos de tiempo (sprints), armar un gráfico de velocity o poner en práctica técnicas TDD. Consiste en tener la habilidad de emplear principios y valores en un entorno dinámico/cambiante consiguiendo nuestro objetivo.
El ser ágil es un cambio de mentalidad y cultural de nuestro trabajo. El tener valores como equipo es la base de todo: ser colaborativos, pacientes, respetuosos, autocríticos y por sobre todo, transparentes. Igual, ojo… Internalizar todos estos valores (junto a muchos otros) no es algo sencillo, requiere mucho tiempo y dedicación, porque es un proceso de aprendizaje y transformación.
Los frutos de la agilidad bien cultivada.
Aunque el proceso de adopción de una mentalidad y cultura ágil demanda esfuerzo, sus resultados positivos son innegables. Cuando abrazamos esta filosofía, los beneficios no solo se reflejan en nuestro equipo o compañía, sino que se extienden a todos aquellos que nos rodean y a quienes contratan nuestros servicios.
Por lo tanto, muchos pueden usar una metodología agile o implementar Scrum, Kanban, etc, pero «SER ÁGILES«… Muy pocos. Y nosotros, tenemos que ser ágiles.

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