El arte de hacer crecer seniors: más allá del código
Como Squad Senior en Teamcubation, he aprendido que liderar técnicamente no se trata de tener todas las respuestas, sino de saber hacer las preguntas correctas en el momento justo. Cada proyecto que lideramos es un universo único, con sus propias complejidades, personalidades y desafíos.

El primer paso siempre importa: más allá de la primera impresión
Cuando arranca un nuevo proyecto, ese primer encuentro define mucho más de lo que creemos. No se trata solo de presentaciones y cronogramas. Es el momento donde establecemos que aquí la vulnerabilidad es bienvenida, que equivocarse es parte del proceso, y que cada pregunta (por más básica que parezca) tiene espacio.
He visto developers brillantes bloquearse por semanas porque sintieron que «deberían saber» algo desde el día uno. Mi trabajo es detectar esas señales temprano y crear un ambiente donde pedir ayuda sea tan natural como commitear código.
La magia está en encontrar el equilibrio perfecto entre desafío y acompañamiento. Demasiado fácil y no crecen. Demasiado difícil y se frustran. Cada persona tiene su ritmo, y parte de nuestro arte como líderes es calibrar constantemente esa tensión.
Siempre ponemos el valor del equipo por encima de cada individualidad. Como Squad Senior, trabajo junto a otros seniors formando equipos que van más allá de la suma de individualidades. Nos reunimos constantemente, compartimos conocimiento sin egos, y ajustamos estrategias sobre la marcha. Cada equipo desarrolla su propia dinámica colectiva, y mi rol es facilitar esa química grupal donde todos potencian al conjunto.
Adaptarse al cambio: el combo explosivo
Aquí viene lo que realmente marca la diferencia: la adaptación constante a las complejidades de cada cliente y su cultura. No es solo enseñar React o Node.js. Es entender que el código que escribimos va a vivir en un ecosistema específico, con personas específicas, con procesos específicos.
Por eso invertimos tiempo como equipo en entender:
- ¿Cómo se comunica este equipo cliente?
- ¿Qué valoran más: la velocidad o la perfección?
- ¿Cuáles son sus pain points reales?
- ¿Cómo podemos hacer que nuestros juniors no solo encajen, sino que aporten valor desde el primer día?
Cada cliente nos enseña algo nuevo. Y eso que aprendemos incorporamos para los siguientes, creando un ciclo de mejora constante que beneficia a todos.
Más allá del mentoring técnico: el equilibrio que transforma
Una de las tensiones más interesantes de mi rol es saber cuándo intervenir técnicamente y cuándo dejar que encuentren su propio camino. Dar el ejemplo técnico sin convertirme en un fundamentalista del código.
He aprendido que a veces la mejor guía técnica es mostrar vulnerabilidad. Decir «no estoy seguro de este approach, probemos juntos» genera más aprendizaje que dar respuestas absolutas. Los juniors necesitan ver que incluso los seniors experimentamos, nos equivocamos, y pivoteamos.
El verdadero mentoring técnico pasa por enseñar a pensar, no solo a implementar. Por eso en nuestros equipos fomentamos las discusiones técnicas, los code reviews como conversaciones, y los experimentos como método de aprendizaje.
La pasión como combustible
Todo esto que describí solo funciona si hay pasión genuina detrás. Pasión por ver crecer a las personas, por resolver problemas complejos, por encontrar ese combo explosivo entre resultado y crecimiento personal.
Los developers que pasan por nuestros equipos no solo mejoran técnicamente. Desarrollan criterio, confianza, y esa curiosidad insaciable que caracteriza a los buenos profesionales. Ver esa transformación, una y otra vez, es lo que me motiva a seguir perfeccionando este arte.
En Teamcubation, no solo hacemos onboarding. Construimos equipos.

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