Cuando la tecnología se cruza con la empatía: Ser AI mentor

En Teamcubation los mentores acompañamos a profesionales de distintos rubros en el camino de incorporar herramientas de automatización de procesos en sus tareas diarias. Lo primero que me atrajo de este rol es que no se trata solo de enseñar una herramienta, sino de transformar la manera en que las personas se relacionan con la tecnología y cómo la incorporan a su cotidianeidad. En cada sesión, traducimos ideas que parecen complejas a pasos concretos y aplicables. Los mentores aportamos la parte pedagógica y los mentoreados traen el contexto y la necesidad. Así construimos soluciones que no solo funcionan, sino que tienen sentido en su espacio de trabajo real.

Las reuniones diarias son diversas: a veces nos encontramos con alguien del área de recursos humanos que quiere automatizar un envío de mails, otras con una persona de finanzas que busca generar reportes automáticos. Para muchos, es su primera vez usando herramientas de automatización e IA y les resulta complejo comprender como utilizarlas, pero la meta principal no es que se vuelvan expertos en una sesión de mentoría, sino que descubran que pueden usar estas herramientas sin ser desarrolladores y puedan explotarlas para hacer su día a día más ameno. Este proceso combina prueba y error, ejemplos prácticos y sobre todo, preguntas. Muchas preguntas.

Uno de los desafíos más grandes es el modo de acompañamiento. Las personas llegan con curiosidad, pero también con inseguridad: “¿Y si no me sale?”, “¿Y si no lo entiendo?” Y ahí es donde el trabajo va más allá de explicar funcionalidades y se vuelve paciencia y creatividad pura. Requiere desarmar prejuicios, acompañar bloqueos y celebrar todos los avances, incluso los más pequeños. Me gusta pensar que ser mentor no es solo explicar, sino acompañar mientras el otro aprende a confiar en sí mismo para después poder resolver por su cuenta.

Algo que me resulta muy interesante de este rol es que el aprendizaje es mutuo. El mentor enseña sobre automatización e IA, pero al mismo tiempo aprende sobre procesos de finanzas, marketing, ciclos de venta o tareas de recursos humanos. Cada persona amplía mi perspectiva y me obliga a adaptar la forma en la que explico los conceptos. A veces el desafío no está simplemente en lo técnico, sino en encontrar el ejemplo justo para que un concepto haga click. Por suerte, dentro de TeamCubation, trabajo con un equipo donde siempre hay alguien dispuesto a ayudar o compartir ideas cuando lo necesito.

Cada mentoría puede traer desafíos inesperados, y saber que no estoy sola hace toda la diferencia. En nuestro grupo, si alguien se traba o no puede resolver un problema, siempre hay otro dispuesto a sumarse a la reunión, aportar una mirada distinta o compartir un recurso que destraba la situación. A veces es un enlace a una documentación técnica, otras un ejemplo concreto o una idea alternativa que no habíamos considerado. Esa disposición constante a colaborar no solo mejora nuestras soluciones, sino que refuerza una cultura de trabajo en red que nos sostiene y potencia. En un rol donde la adaptación es clave, tener un equipo que acompaña de verdad no es opcional: es esencial.

En estos primeros meses de trabajo, confirmé que la parte técnica es solo un porcentaje del rol. Para que una mentoría tenga impacto, hace falta conectar con la persona, entender sus tiempos, sus dudas y su manera de aprender. Es un trabajo donde la paciencia y la claridad son tan valiosas como el conocimiento. Descubrí que acompañar procesos de automatización es también acompañar procesos personales: brindar seguridad, guiar sin invadir y dejar que el otro descubra su capacidad de crear.

Las mentorías me mostraron que la tecnología puede integrarse de forma sencilla y significativa en la rutina de cualquier persona si se enseña con claridad y empatía. No se trata de grandes promesas ni de reinventar todo: a veces, un pequeño ajuste automatizado cambia la manera en que alguien trabaja. Y eso, para mí, ya es una forma valiosa de impactar.